CAPACITADO PARA ORIENTAR
1 Libro Autor Jay E. Adams
Primer edición 1981
Editorial Portavoz
COMO DAR CONSEJO Y EXHORTACIÓN
¿ABANDONARON LOS RELIGIOSOS LA ORIENTACIÓN EN
EL SENTIDO PSICOLÓGICO DE AYUDA A PACIENTES CON DIVERSOS MECANISMOS ENFERMEDADES
PSICOSOMATICOS?
Aquí el autor Jay E. Adams; se asoma a este
tema con seriedad y profundidad apoyándose en citas bíblicas
Juzgue usted:
EN LA INTRODUCCIÓN SE LEE:
De
la misma manera que tantos otros pastores, aprendí poca cosa acerca de dar
consejo en el seminario con lo que empecé virtualmente sin saber lo que hacer.
Pronto me hallé en medio de dificultades. Al poco de empezar mi primer
pastorado, después de un culto vespertino, un hombre esperó a que todos se
hubiesen marchado. Conversé con él de una manera torpe, preguntándome qué sería
lo que él deseaba. Rompió el llanto, pero yo no podía hablar. Sencillamente, no
sabía qué hacer. Me vi impotente. El volvió a casa aquella noche sin haber
descargado su corazón, y sin que su pastor le hubiera podido dar una verdadera
ayuda. Menos de un mes después murió. Sospecho ahora que su doctor le había
dicho que su muerte era inminente y que él había venido buscando orientación.
Pero le fallé. Aquella noche le pedí a Dios que me ayudara a llegar a ser un
consejero efectivo
En
mis primeros esfuerzos por mejorar, compré, pedí prestados y devore tantos
libros sobre dar orientación como pude de los que entonces estaban su
circulación, como puede de los que entonces estaban en circulación, pero en
éstos encontré poco que me pudiera ser de ayuda. Casi todo ellos recomendaban
métodos rogerianos no-directivos o abogan en favor de principios freudianos.
Con poca convicción intenté poner en práctica lo que leía. Pero como ministro
cristiano no podía evitar el preguntarme cómo podía yo traducir lo que parecía
ser pecado, como “enfermedad”. Encontraba ridículo asentir y gruñir
acogedoramente a distancia sin ofrecer una norma de conducta bíblica. Pronto
quedo claro que no estaba ayudando a casi nadie mediante estos procedimientos,
y que estaba malgastando un tiempo valioso
Además,
la mayor parte del consejo que se ofrecía en los libros de texto consistía en
poco más que en vagas generalizaciones, las cuales encontré que no valían
prácticamente para nada a la hora de afrontar problemas de interpretaciones,
las cuales encontré que no valían prácticamente para nada a la hora de
enfrentar problemas de interpretaciones de los casos citados en la literatura
parecían fantasiosas o absurdas y, para acabarlo de arreglar, algunos de los
autores ponían en claro que ellos mismos solamente habían podido ayudar a unos
pocos de sus pacientes y que éstos encontraron ayuda sólo después de muchos meses, o incluso años
de sesiones semanales. ¿Cómo podía yo esperar hacer gran caso? ¿Dónde podría
encontrar un pastor ocupado el tiempo suficiente para darse a una actividad
consejera tan extensa? ¿Era ésta una buena administración de su tiempo? ¿Podría
llegar yo a ser competente para dar consejo?
Pronto
me desilusione con los libros normativos y tuve la tentación de caer en la
práctica común de enviar a casi todos los que venían con problemas graves en
busca de orientación a los psiquiatras y a las instituciones mentales
estatales. Después de todo, esto es lo que la propaganda de la salud mental
preconizaba. De hecho, las páginas de los libros y de los opúsculos publicados
por la Asociación de la Salud Mental rebozaban de severas advertencias en
contra de dar consejo a nadie que tuviera dificultades más serias que las de un
simple rasguño psíquico. Se advertía a los pastores contra la posibilidad de
que produjeran serios perjuicios si no se enviaba a estas personas a los
profesionales. No obstante, un problema
con esta solución que, por otra parte, era tan conveniente, era que tales
personas volvían muy frecuentemente empeoradas, y no mejoradas. Y también
existía el problema de que recibían consejo no cristiano dado por psiquiátricos
no convertidos
¿Cómo
podría justificarse en todo ello? 1
1.
Este
consejo se basaba siempre, según parecía en valores y normas, asuntos en lo que
un pastor debería considerarse más competente para dirigir. La traducción de
Kenmmeth Taylor del Salmo 37:30, 31 lo dice de manera adecuada: “El justo es un
buen consejero por ser recto e imparcial y por distinguir entre el bien y el
mal” (La Biblia al Día, paráfrasis, Miami: Editorial Unilit, 1979, p. 458).
Raymond
Meiners pone al dedo en la llaga cuando escribe: “El salmista, en el Salmo 1,
llama bendito al hombre que no anda según el consejo de los impíos. Y, a pesar
de ello, debido a que la iglesia cristiana está fracasando, no proveyendo este
consejo sabio y bueno, se obliga a las personas a ir a los impíos a encontrar
en ellos la solución a sus problemas, pregunta el muy atinadamente: “Tenemos
acaso que nuestro Señor no pueda hacer frente a los problemas del hombre?”
(Pastoral Counseling, conferencias dictadas en Lake Lutzerne. Nueva York, 22 –
26 de agosto, p. 4)
Después
de graduarme en teología práctica, me así a la oportunidad de apuntarme en a
unos cursos de consejo pastoral dados por un psiquiatra con la práctica de su
profesión, en una gran clínica universitaria. “Ahora, por fin –me dije a mi
mismo-, me enteraré de qué va la cosa.” Pero, hacia el final del segundo
semestre, quedé convencido de que él no sabía más acerca de dar orientación y
consejo que los alumnos de su clase –casi todos éramos pastores de iglesias- y
¡todos nosotros nos hallábamos confundidos! Poseía un conocimiento exhaustivo
de la doctrina freudiana, que nos enseñaba con todo celo. Nos repartía grandes
dosis de Freud, sin escatimar nada, al criticar los relatos orales de
entrevistas de consejo que llevábamos a clase, pero la mayor parte de sus
“percepciones” demostraban ser erróneas y, cuando se ponían sus mejores
consejos en práctica, éstos, simplemente, no funcionaban
Gradualmente
fui derivado hacia patrones de aconsejamiento “sea como fuere”, acercándome al
punto de aplicación de las exhortaciones escriturales tal como yo los
recordaba. Sorprendentemente, me fui transformando en un consejero cada vez más
acertado.
Naturalmente,
es posible que la edad y la experiencia hubieran podido explicar algo de estas
diferencias. Pero, a pesar de ello, no podía dejar de darme cuenta de que,
cuando más directo me volvía (simplemente diciéndoles a los consultantes lo que
Dios esperaba de ellos), a más personas ayudaba. El comprender y seguir las
exigencias de los principios bíblicos de conducta, tras la confesión y
arrepentimiento de pecado, parecían dar alivio y resultado
Confrontar
a las personas, hablando honradamente con ellas de los asuntos en juego antes
de que crecieron más allá de toda proporción, parecí ser una forma de actuación
importante para mí como pastor, en vista de Mateo: 5:23, 24 y de Mateo
18:15-18. Ya que esto me daba resultado en la mayor parte de los casos, al dar
consejo empecé a exhortar a otros hacer lo mismo y vi que otras personas
resultaban también muy ayudadas. Pero, mientras que este y otros métodos y
metas bíblicos empezaban a surgir de forma fortuita, yo continuaba siendo un
consejero muy confundido
Entonces,
repentinamente, me vi obligado a hacer frente al problema de una manera mucho
más decisiva
Se
me pidió que enseñara teología práctica en el Westminster Theological Seminary.
Uno de los cursos que se me asignó fue Poimenices (la obra de pastoreo del
pastor). Como parte de este curso, se esperaba de mí que enseñase la teoría
básica del consejo pastoral. Tenía menos de un año para meditar el problema a
fondo y preparar mis conferencias. ¿Por dónde iba a empezar? En mi
desesperación empecé a hacer la exégesis de cada pasaje que creía que tenía que
tenía algo que ver con este asunto
No
pasó mucho tiempo antes de que me diera cuenta de que me había metido en una
tarea de gigantes. La Biblia descubrí entonces, dice muchas cosas acerca de
orientar a personas con problemas personales. Cuestiones tan difíciles como la
relación de la demencia con la posesión demoníaca salían a la superficie
Empecé
a preguntarme acerca de la dinámica
subyacente a los efectos psicosomáticos de la culpabilidad que parecían estar
retratados en los Salmos 31, 38 y 51. Además, Santiago 5:14-16 parecía subrayar
la importancia de la confesión de los pecados, así como en la utilización de
medicinas, en la curación de algunas dolencias físicas. Empecé a preguntarme:
“Si, como Santiago enseña, el comportamiento pecaminoso de uno es, por lo menos
en algunas ocasiones, responsable de las enfermedades físicas, ¿qué habrá de la
posibilidad de una responsabilidad similar en las enfermedades mentales?
Santiago enseña, el comportamiento pecaminoso de uno es, por lo menos en
algunas ocasiones, responsable de las enfermedades físicas
Empecé
a preguntarme: “si, como Santiago enseña el comportamiento pecaminoso de uno
es, por lo menos en algunas ocasiones, responsable de las enfermedades físicas,
¿Qué habrá de la posibilidad de una responsabilidad similar en las enfermedades
mentales?”. Santiago me suscito la cuestión del deber del pastor de tratar los
etiquetados enfermos mentales. Santiago parecía decir que, por lo menos, se les
debería pedir a los pacientes que consideraran si algunas de sus dificultades
no podrían derivarse del pecado. De hecho, muy pronto la cuestión pasó a ser:
“¿No estará, Santiago hablando explícitamente acerca de enfermedades
psicosomáticas?”
No
mucho después, me descubrí preguntándome: “Mucho de lo que se denomina
enfermedad mental, ¿es realmente enfermedad mental?” Este interrogante surgió
principalmente al considerar que la Biblia describe la homosexualidad y la
embriaguez como pecados, mientras que la literatura de la salud mental los denominaba
“enfermedades”. Creyendo que las escrituras son ciertas, tuve que admitir que
el punto de vista de la salud mental era totalmente erróneo al eliminar la
responsabilidad del pecador al localizar el origen de su problema sexual o de
alcoholismo en factores constitucionales o sociales sobre los que tiene ningún
control. En lugar de ello, la Palabra de Dios dice que el origen de estos
problemas recae en la depravación de la naturaleza caída
Hasta
aquí todo se veía claro. La ampliación de esta línea de pensamiento parecía tan
sólo lo normal. Uno no podía dejar de preguntarse si los libros no podían
también estar equivocados en clasificar erróneamente otros problemas como la depresión o la neurosis, o
incluso la psicosis, como enfermedad. Cuando este tipo de herejía psiquiátrica empezó
a tintinear en mi cabeza, recordé el nombre de una persona cuyos trabajos me
había mencionado en una ocasión un psicólogo cristiano. Este hombre era O.
Hobart Mowrer
Leí
algunas de las obras de Mowrer, incluyendo The Crisis in Psychiatry and Religión
y The New Group Theraphy, que acababa de publicar. Estos libros me asombraron.
Mowrer había ido más allá en mi línea de pensamiento. Desafiaba abiertamente la
misma existencia de la psiquiatría institucionalizada. Afirmaba de entrada que
creía que los dogmas actuales de la psiquiatría eran falsos. Citaba evidencias
para demostrar que la psiquiatría eran fasos. Citaba evidencias para demostrar
que la psiquiatría había fracasado ampliamente. Tuve un intercambio de
correspondencia con Mowrer acerca de unos puntos determinados. En aquella
correspondencia Mowrer me invito a participar en su programa Eli Lily
Fellowship en la Universidad de Illinois, donde trabajé a las órdenes de Mowrer
durante la temporada de verano. Fue aquella una experiencia inolvidable por la
cual siempre estaré agradecido. Dejarlo todo a un lado y concéntrame en la
cuestión de asesorar durante dos meses
era exactamente lo que precisaba
Durante
el verano de 1965 trabajamos en dos instituciones mentales estatales, una de
ellas en Kankakee, Illinois, y la otra
en Galesburg, Illinois. En estas dos instituciones llevamos una terapia de
grupo con Mowrer durante siete horas al día. Junto con otros cinco, volé con
él, conduje con él, conduje con él, di orientación, y discutí con él durante
cinco días a la semana. Aprendí mucho en aquella temporada y, aunque en la
actualidad no me clasificaría como perteneciente a la escuela de Mowrer, creo
que aquel programa de verano marcó un punto decisivo en mi pensamiento. En
aquellas instituciones mentales, con los métodos de Mowrer, empezamos a ver a
personas etiquetadas como “neuróticas”, psiconeuróticas, y “psicóticas” (personas
de todo tipo) que eran ayudadas al confesar comportamientos desviados y al
asumir su responsabilidad personal por ello. El énfasis que Mowrer no tan solo
es teísta, debatimos al asunto del humanismo durante todo el verano
Durante
esta temporada hice un estudio de los principales datos bíblicos acerca del asunto
de la orientación con referencia especial a lo que la escritura dice sobre la
conciencia. La experiencia de aquel verano me dejo con algunas convicciones
importantes. Primero, descubrí por qué la inmensa mayoría de las personas en
las instituciones mentales está ahí. Al pasar tanto tiempo con estas personas
tuve la oportunidad de conocerlas y de comprenderlas. Aparte de aquellos que
sufrían problemas orgánicos, como daños cerebrales, las personas que encontré
en las dos instituciones de Illinois estaban allí debido a su propio fracaso en
afrontar los problemas de la vida. Para ponerlo de una manera sencilla, estaban
allí por su incapacidad de perdonar y de cambiar su comportamiento pecaminoso.
En segundo lugar, toda aquella experiencia me hizo volver de nuevo a Biblia con la pregunta: ¿Qué es lo que me
dice la Escritura acerca de estas personas y de la solución a sus problemas?
La
lectura del libro de Mowrer The Crisis in Psychiatryy and Religión fue para mí,
como ya he dicho, una experiencia demoledora. En este libro, Mowrer, un
psicólogo investigador muy conocido que había sido distinguido con la
presidencia de la Asociación Americana de Psicología por sus descubrimientos e
la teoría del aprendizaje, desafío a todo el campo de la psiquiatría, declarando fracasado, e
intentando refutar sus presuposiciones freudianas fundamentales. Atrevidamente,
arrojó su guante también a los cristianos conservadores. Mowrer preguntaba:
“¿Ha vendido la religión evangélica su derecho primogenitura por una confusión
de potaje psicológico?
En
Crisis, Mowrer se opuso especialmente al modelo médico del cual se deriva el
concepto de enfermedad mental. El mostraba cómo este modelo eliminaba la
responsabilidad del enfermo. Ya que a nadie se le considera culpable por sufrir
la gripe asiática, su familia le trata con una comprensión llena de simpatía, y
otros se hacen cargo de ello. Esto se debe a que saben que no tiene culpa de su
enfermedad. Fue invadido desde fuera. Además tiene que confiar en expertos que
le ayuden a mejorarse. Mowrer mantenía correctamente que el modelo médico
eliminó el sentido de responsabilidad personal. Como resultado, la psicoterapia
llegó a ser un análisis a fin de hallar a otros (los padres, la iglesia, la
sociedad, la abuela) sobre los que echar las
culpas. La terapia consiste en ponerse en contra del superego (la
conciencia) excesivamente estricto que estos culpables han socializado en la
pobre víctima enferma
En
contraste a todo esto, Mowrer propuso antiéticamente un modelo moral de
responsabilidad. Dice que los problemas del “paciente” son morales, no médicos.
El paciente sufre de verdadera culpabilidad, no de sentimientos de culpabilidad
(falsa culpabilidad). Esta irregularidad básica no es emocional, sino de
comportamiento. No es una víctima de su conciencia, sino su violador. Tiene que
dejar de culpar a otros y aceptar la responsabilidad de su propio mal comportamiento.
Los problemas pueden solucionarse, no mediante la aireación de sus
sentimientos, sino más bien por la confesión de sus pecados
De
mi trato prologando con los internos de
las instituciones mentales en Kankakee y en Galesburg, quedé convencido de que
la mayor parte de ellos estaban allí, como he dicho, no debido a que estuviesen
enfermos, sino a que estaban en pecado. En las sesiones de orientación
descubrimos con una constancia asombrosa que los principales que las personas
tenían se los habían hecho ellos mismos. Otras personas o cosas (abuelas, etc.)
no eran su problema: ellos mismos habían llegado a ser sus propios y peores
enemigos. Algunos de ellos habían extendido talones fraudulentos, otros se
habían quedado encadenados en las consecuencias de su inmoralidad, otros habían
falseado la declaración de sus ingresos de cara al impuesto sobre la renta,
etc. Muchos habían huido a la institución para escapar de las consecuencias de
sus malas acciones. Una buena cantidad de ellos había buscado el rehuir la
responsabilidad de tomar decisiones difíciles. Vimos también evidencias de
recuperaciones dramáticas cuando las personas rectificaban sobre estos asuntos.
Aunque sus métodos eran humanísticos, Mowrer demostró, de una manera evidente,
que incluso con su enfoque podía conseguir en unas pocas semanas lo que en
muchos casos la psicoterapia na había podido hacer en años
Llegué
a casa sintiéndome profundamente deudor a Mowrer por llevarme de manera
indirecta a la conclusión que yo, como ministro cristiano hubiera debido haber
mantenido desde el principio, esto es, que muchos de los “enfermos mentales”
son personas que pueden ser ayudadas por el ministerio de la Palabra de Dios.
He estado intentado hacerlo desde entonces
Permítaseme
una palabra final acerca de Mowrer. Quiero decir de una manera clara, de una
vez para siempre, que no soy discípulo de Mowrer ni de William Glasser (un
autor en la tradición de Mowrer que se ha hecho popular recientemente por medio
de la publicación de Reality Therapy, un libro que ha confirmado las
afirmaciones y la posición de Mowrer en un contexto diferente). Me mantengo
lejos de ellos. Sus sistemas empiezan y terminan con el hombre. Mowrer y
Glasser dejan de tomar en consideración la relación básica del hombre con Dios
por medio de Cristo, dejan a un lado la ley de Dios, y no conocen nada del
poder del Espíritu Santo en la regeneración y la santificación. Su presupuesto
punto de partida debe ser rechazado totalmente. Los cristianos pueden dar
gracias a Dios de que El, en Su providencia, ha utilizado a Mowrer y a otros a
despertarnos al hecho de que los “enfermos mentales” pueden ser ayudados. Pero
los cristianos deben dirigirse a las Escrituras a fin de descubrir cómo Dios
(no Mowrer) dice qué se debe hacer
Todos
los conceptos, términos y métodos que se utilizan en orientación necesitan ser
rexaminados bíblicamente. No se puede aceptar nada del pasado (ni del presente)
sin justificación bíblica. La orientación bíblica no puede consistir en una
imposición de los puntos de vista de Mowrer o de Glasser (o de los míos) sobre
las Escrituras. Mowrer y Glasser nos han mostrado que muchos de los puntos de
vista anteriores eran erróneos. Han sacado a la luz la oposición de Freud a la
responsabilidad y nos han retado (si leemos su mensaje con ojos cristianos) a
volver a la Biblia para hallar nuestras respuestas. Pero ni Mowrer ni Glasser
han dado respuesta al problema de la responsabilidad. La responsabilidad por la
que ellos abogan en una responsabilidad cambiante, relativa; es una responsabilidad
no-cristiana que debe ser rechazada tan totalmente como la responsabilidad de
Freud y de Rogers. En el mejor caso, la idea de responsabilidad de Mowrer
consigue lo que es mejor según la mayoría. Pero los puntos de vista sociales
cambian; y cuando se les fuerza a decir que es lo que es lo mejor, Mowrer cae
en un subjetivismo que al final viene a decir que cada individuo es su propia
norma. En otras palabras, no hay norma aparte de la norma de Dios dada
divinamente, la Biblia, Tweedie está en lo cierto, por lo tanto, al rechazar la
“solución trazada” al problema del pecado como constituyendo un “agudo”
desengaño
Durante
los años siguientes, he estado sumido en el proyecto de desarrollar la
orientación bíblica y he descubierto lo que considero principios escriturales
importantes. La fiabilidad total de las Escrituras en su tratamiento de las
personas ha quedado demostrada. Ha habido resultados dramáticos, resultados
mucho más dramáticos que los que pude constatar en Illinois. No solamente se
han resuelto problemas inmediatos de las personas, sino que también ha habido
soluciones de todo tipo de problemas a largo plazo. En el medio manifiestamente
evangelístico en el que trabajo, ha habido conversiones en sesiones de
orientación
Es
posible que por ahora el lector está pensado: “Parece bueno, pero ya he oído
cosas de este tipo antes de ahora; y siempre resulta ser el mismo viejo
eclecticismo con un recubrimiento de cristianismo” permítaseme asegurar que
estoy consciente de este problema, y que mi esfuerzo ha constituido
precisamente el de rechazar este tipo de cosas. Un opúsculo titulado, Some Help
for the Anxious (Ayuda para los angustiados) constituye un buen ejemplo del
tipo de eclecticismo que se debe resistir. En la página 3 el autor señala que
los freudianos consideran que la ansiedad se deriva primariamente de conflictos
internos. A continuación menciona una segunda escuela de psiquiatría que adopta
un enfoque más cultural interpersonal. Sus principales representantes son, dice
él, Karen Hornea, Erich Fromm y Harry stock Sullivan. Hornea dice que los
sentimientos de inseguridad se hallan en la base de la ansiedad. No obstante,
Fromm cree que el propósito en la vida es el de hallar “significado”. Sullivan
enseña que la ansiedad proviene de la perturbación en la relación de uno con
los demás. Habiendo dividido esta segunda escuela en estos segmentos, el autor
observa que existe una tercera que representa el pensamiento existencialista.
En esta categoría coloca a Ludwig
Bienswanger y Rollo May. A Continuación expone todos sus puntos de
vista. Finalmente, concluye en la página 5:
Resumiendo
la ansiedad puede provenir de amenazas
Contra
nosotros, de amenazas desde dentro o desde afuera
La
ansiedad puede provenir de nuestro pasado, presente o futuro. En el pasado
tenemos recuerdos, experiencias y
Conflictos
no resueltos que pueden producir ansiedad. En
El
presente tenemos facturas, plazos, trabajo, exámenes, y relaciones con otras
personas que suscitan angustia. Y al mirar al futuro, se origina la ansiedad debido
a la falta de
Propósito
y, finalmente, existe la consciencia de la muerte que parece hacer que la vida
carezca aún más de significado
En
otras palabras, el autor ha resumido las ideas de todas estas personas y ha
asumido que cada una de ellas está en lo cierto en sus principales puntos, a
pesar de que hay muchos aspectos en los que estas posturas son opuestas
A
lo largo del resto del opúsculo se interpreta al cristianismo como supliendo
las necesidades que estas personas tienen según los diagnósticos de Freud.
Horey, Sullivan, etc. Por ejemplo, veamos la página 10: “Lo que precisamos es
un cambio drástico (sic) en el interior. Creo que la diagnosis de Cristo cerca
de la condición original del hombre es similar al diagnóstico de Freud acerca
de la condición original del hombre”. Esta es una burda simplificación que
representa una falta total de comprensión, sea de Freud, de Cristo, o de ambos.
Este bautismo de los puntos de vista antropológicos seculares, que ha
caracterizado tan frecuentemente mucho de lo que ha sido llamado orientación
cristiana, debe ser rechazado. En lugar de ello, los cristianos deben abandonar
estos puntos de vista y entender las presuposiciones anticristianas básicas en
las que se apoyan
Las
conclusiones de este libro no se basan en descubrimientos científicos. Mi
método es preuposicional. Acepto abiertamente la Biblia infalible como la norma
de toda fe y práctica. Por ello, las Escrituras son la base, y contienen los
criterios según los cuales he procurado hacer cada juicio. Se deben sugerir dos
precauciones. Primero, estoy consciente de que mis interpretaciones y
aplicaciones de las Escrituras no son infalibles. Segundo, no es mi deseo
despreciar la ciencia, sino que más bien le doy la bienvenida como un útil auxiliar
para los propósitos de ilustrar, de rellenar las generalizaciones con
particularidades, y para desafiar las interpretaciones humanas erróneas de las Escrituras,
obligando así al estudiante a volver a estudiar las Escrituras. No obstante, en
el área de la psiquiatría, la ciencia ha dejado mayormente abierto el paso a la
filosofía humanística y a burdas especulaciones
Es
mucho todavía lo que queda por hacer para erigir un sistema total y organizado
de orientación bíblica, pero en este libro intentaré bosquejar la estructura
preliminar
Jay
E. Adams
Filadelfia,
1970
ÍNDICE:
Prefacio
del traductor
Introducción
1.
EL CRISTIANISMO Y LA PSIQUIATRIA ACTUAL
La
psiquiatría está en confusión
La
ética freudiana
La
teoría y terapia freudianas
La
revolución en la psicología
Freud:
un enemigo, no es un amigo
¿Adónde
nos lleva todo esto?
2.
EL ESPÍRITU SANTO Y LA ORIENTACIÓN
Orientar
es la obra del espíritu
¿Cómo
obra el Espíritu Santo en la orientación?
El
espíritu Santo obra utilizando medios
La
obra del Espíritu Santo es soberana
El
Espíritu Santo obra mediante. Su Palabra
3.
¿QUÉ ES LO QUE VA MAL CON LOS “ENFERMOS MENTALES?
Enfermedad
mental: un nombre erróneo
Las
personas con problemas personales utilizan a menudo disfraces
La
homosexualidad concuerda con la norma general
¿Adrenocromo
o esquizofrenia?
4.
¿EN QUE CONSISTE LA ORIENTACIÓN NOUTÉTICA?
La
confrontación noutética: para toda la Iglesia
Peculiarmente
la obra del ministerio
Tres
elementos en la confrontación noutética
La
noutesis y el propósito de las Escrituras
El
compromiso noutético
El
amor es el objetivo
Orientación
autoritaria
El
fracaso en la confrontación noutética
Algunas
razones de fracasos
Aptitudes
para actuar de consejero
Aplicaciones
pastorales
5.
EL PASTOR COMO CONSEJERO NOUTETICO
¿Qué
es un pastor?
Evangelismo
y orientación
El
evangelismo noutético
La
santificación y la orientación
La
santificación significa cambio
6.
ORIENTACIÓN NOUTÉTICA Y ROGERIANA
La
presuposición básica de Rogers
La
responsabilidad significa tener que responder
No
hay neutralidad
¿Y
que hay acerca de escuchar?
¿Quién
es realmente cliente –céntrico?
Sentimientos
y comportamiento
El
sistema nervioso concuerda con el enfoque noutético
Proverbios:
un libro de orientación directiva
La
metodología se desarrolla a partir de las presuposiciones
7.
CONFESAR LOS PECADOS
Santiago
5:14
¿Qué
hay del aceite?
No
todas las enfermedades están relacionadas
con
pecados determinados
Confrontando
a los enfermos noutéticamente
Confesando
a los otros
No
permitir la minimización
Procurando
ayuda
La
enfermedad psicosomática
Depresión
Felicidad
mediante la confesión
Proverbios
Dando
consejo a otros
Los
padres dando consejo a los hijos
8.
LA SOLUCIÓN NOUTÉTICA DE LOS PROBLEMAS
El
problema básico del hombre
No
se puede decir “no se puede”
Esperanza
Movimiento
cíclico
Tres
dimensiones de los problemas
El
pasado puede ser el presente
Estructuración
total
Disciplina
Las
depresiones son elevaciones
Asuntos
secundarios
La
solución de problemas mediante modelos
¿Laboriosidad
o institucionalización?
La
educación del niño
El
código de conducta
9.
ALGUNOS PRINCIPIOS DE TÉCNICAS NOUTETICAS
Registrando
los adelantos
Generalizando
Una
cosa cada vez
Dando
consejo en equipo
El
pastor como consejero en equipo
Comunicación
no verbal
10.
LA COMUNICACIÓN Y LA ORIENTACIÓN MULTIPLE
El
problema actual
La
solución de Dios para su Iglesia
Ira
y resentimiento
Atacar
los problemas, no las personas
La
mesa de conferencias
Orientación
múltiple
Los
clientes como consejeros
Si
tan solo uno viene
Devociones
diarias
La
compatibilidad en el matrimonio
11.
LOS MAESTROS DE ESCUELAS CRISTIANAS
COMO CONSEJEROS NOUTETICOS
Empezando
con las presuposiciones apropiados
Definición
de orientación: ayuda en la resolución de problemas
La
dinámica de los hábitos como ventaja
Primero
integración en la vida del maestro
El
método de discipulado
Cómo
Dios puede utilizar al maestro
Disciplina
mediante la estructura
Pocas
reglas son necesarias
Las
relaciones interpersonales en el aula
Comunicación
Conferencias
múltiples padre –maestro- estudiante
CONCLUSIÓN
INVENTARIO
DE DATOS PERSONALES
ÍNDICE
DE TEXTOS BÍBLICOS
ÍNDICE
DE NOMBRES PROPIOS
INDICE DE TEMAS
DIAGRAMAS
Y ESQUEMAS
Culpabilidad
La
solución de los problemas
Movimiento
cíclico
La
estructura total
Status
quo – Cambio radical
Bienestar
– malestar
Código
de conducta
Forma
problema – solución
Ambiente
escolar
FICHA TÉCNICA:
1
Libro
328
Páginas
En
formato de 13.3 por 22 por 2.5 cm
Pasta
delgada en color plastificado
Primera
edición 1970
ISBN
0825410002
Autor
Jay E. Adams
Editor
Portavoz
FAVOR DE PREGUNTAR
POR EXISTENCIAS EN:
Correo
electrónico:
Celular:
6671-9857-65
Gracias
a Google por publicarnos
Quedamos
a sus órdenes
Libro CAPACITADO PARA ORIENTAR
ResponderEliminarCÓMO DAR CONSEJO Y EXHORTACIÓN BÍBLICAMENTE
Por lo que a vosotros respecta, hermanos míos, estoy convencido de que vosotros en especial abundáis en el más alto bien, suplidos ricamente con un conocimiento perfecto, y capacitados para orientaros mutuamente
Romanos 15:14
Williams
Libro CAPACITADO PARA ORIENTAR
CÓMO DAR CONSEJO Y EXHORTACIÓN BÍBLICAMENTE
Libro CAPACITADO PARA ORIENTAR
ResponderEliminarCÓMO DAR CONSEJO Y EXHORTACIÓN BÍBLICAMENTE
PREFACIO DEL TRADUCTOR
Capacitado para orientar. Como saben todos los que se dedican a la traducción de un idioma a otro dos idiomas nunca se corresponden exactamente. Una palabra en un idioma no siempre tiene una correspondencia exacta con otro en el otro idioma. De hecho, esta es la situación en la mayor parte de las palabras que se refieren a conceptos abstractos, y ello es causa de que se tengan que hacer elecciones que, a veces, se tienen que explicar
El título de esta obra, en inglés, es Competent to Counsel. Counsel tiene una variedad traducción al castellano.
Como verbo (porque es también un sustantivo), que es como se utiliza en el título del libro, se podría traducir como aconsejar, dirigir, avisar, guiar, orientar. Evidentemente, la elección se tenía que hacer entre estos términos. A primera vista, parecería que CAPACITADO PARA ACONSEJAR hubiera sido un título adecuado. No obstante, se ha rechazado por las siguientes razones: a) La palabra counsel no está aislada en el título, sino que está relacionada con toda una serie de derivados en el texto del libro, del que forma el tema principal. La palabra derivada principal, que aparece muy a menudo en el desarrollo de la obra es counseling. Esta es un sustitutivo que se ha traducido coherentemente como orientación, indicado la acción de orientar, en este caso a personas que reconocen que han perdido mediante una orientación pastoral. B) Además, la palabra orientación connota la dirección de una marcha determinada, cosa que el poco elegante término aconsejamiento no indica con la misma fuerza. Es por ello que sea rechazada la traducción de counseling como aconsejamiento no indica con la misma fuerza. Es por ello que se ha rechazado la traducción de couseling como aconsejamiento (termino éste que, por otra parte, sería un literalismo, y que no aparece siquiera en el Diccionario de la Lengua Española), en favor de orientar
No obstante, la palabra counselor sí se ha traducido como consejero, debido a que este término es conocido y utilizado en el mismo sentido que la palabra original inglesa, en tanto que “orientador” sería una palabra artificial y sonaría a extraña en extremo, y la principal virtud en la traducción es que esta suene a “normal” para el lector
En cuanto a términos de otro calibre, como noutético, etcétera, el lector hallará la justificación de ellos en el propio texto
Como resumen, se debe recordar que una traducción no se basa en una mera técnica entre palabras. Se trata de un arte, en el que se ha de buscar que el lector en la lengua a la que se ha vertido el libro tenga de él una comprensión tan cercana a la mente y a la intención del autor, en la medida de lo posible, como los lectores en la lengua original, y, también, utilizar el propio idioma de una manera tan natural como sea posible
Lo anterior escrito en Sabadell (Barcelona)
Octubre, 1981
Libro CAPACITADO PARA ORIENTAR
CÓMO DAR CONSEJO Y EXHORTACIÓN BÍBLICAMENTE